“No experimento del todo los sentimientos, ni tampoco puedo leerlos correctamente en los demás y confundo unos con otros.”
“Yunjae tiene dieciséis años, está en la edad de las emociones desbordadas, el amor y la rabia. Pero las amÃgdalas de su cerebro son pequeñas, más pequeñas que una almendra y, como consecuencia, Yunjae es incapaz de sentir nada.
Educado por su madre y su abuela, aprende a identificar las emociones de los demás y a fingir estados de ánimo para no destacar en un mundo que pronto lo tachará de extraño. «Si tu interlocutor llora, tú entrecierra los ojos, baja la cabeza y dale una suave palmada en la espalda», le dice su madre. Asà construye una aparente normalidad que se hace trizas el dÃa en que un psicópata ataca a ambas mujeres en la calle. Desde entonces, Yunjae debe aprender a vivir solo, sin deseo de derramar una lágrima, sin tristeza ni miedo ni felicidad.
A Yunjae le tienden la mano personas improbables: un antiguo amigo de su madre, una chica capaz de romper certezas e incluso un abusón con más afinidad de la esperada. Los tres quebrarán la soledad del protagonista de Almendra.”
¿Cómo serÃa ver la vida sin sentimientos? ¿Sin tener miedo de ofender, tergiversar palabras, comunicar lo imposible, herir sentimientos? ¿PodrÃamos superar un dÃa donde viéramos la vida a través de un filtro y todo nos fuera indiferente? En esta maravillosa novela de Won-Pyung Sohn, que se estrena por todo lo alto en nuestras tierras, nos muestran las dificultades del lenguaje y los sentimientos.